martes, 28 de junio de 2011

Pulir la piedra...

Nadie nace sabiendo, reza la sabiduría vernácula.

Y tampoco nadie nace perfecto, pero todo ser pensante y creyente es perfectible.

La obra de Dios -el Hombre y la Creación- se perfecciona día con día gracias a su Luz y a su Palabra revelada en el corazón del hombre por medio de su Gracia y de su Espíritu.

Por eso, el ser humano se pule a sí mismo con mazo y cincel, y gradualmente se va haciendo a sí mismo cada día; se va construyendo, y con su propia voluntad y esfuerzo y con la Gracia del Gran Arquitecto del Universo, Creador Omnipotente, Eterno, Inmutable y Justo -con su Luz y con su Espíritu-, el constructor va encontrando las formas de superar sus escollos y rebabas que le mantienen en las tinieblas, allá en el occidente de su templo interior.

La educación universal, nos cubre con su manto y gracias al estudio -el pulimiento de nuestra piedra en bruto- vamos por ahí caminando y tratando de encontrarnos a nosotros mismos y hallar así a Dios. Por eso decimos el decir popular: A Dios rogando, y con el mazo dando.

Dicho de otro modo: Ayúdate que yo te ayudaré.

Confucio, el pensador chino, proclamó una gran verdad:

Estudiar equivale a pulir la piedra, y a fuerza de cultivarla se purifica el espíritu.

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